El alfil está considerada una pieza menor, con un valor relativo a 3 igual que el caballo e
igual a 3 peones, al principio de la partida cada jugador dispone de 2 alfiles cada uno ubicados en
c1 y f1 para las blancas y c8 y f8 para las negras. Su movimiento es en forma diagonal, no puede
saltar piezas y su forma de capturar es sustituyendo en la casilla a la pieza que está capturando.
Por la forma de su movimiento el
alfil
posee una debilidad, que solo se puede trasladar por las casillas de un mismo color, a esto lo
llaman «la debilidad del color», pero los dos alfiles juntos al final de la partida podrían
ser un arma muy poderosa. En los países de habla hispana se conoce al alfil con la letra B,
esto para efecto de las anotaciones y registro de los partidos en campeonatos.
El alfil fue incluido en el ajedrez oriental en el siglo XII por los árabes, su
nombre original era «Al-fil» que traducía «Elefante». Otros nombres con los que
identificaron al alfil en esa época fueron «bishop» en inglés, o «bispo» en
portugués, esto debido al parecido que tenían las piezas a las sotanas que usaban los obispos para
la época.
Al principio del juego o fase de apertura se suele usar a los alfiles para
proteger las casillas del centro a distancia, protegiendo de esta manera a los
peones
posicionados en el medio del tablero. Su valor relativo tiende aumentar a medida que el tablero se
va quedando sin
piezas,
sobre todo si se conservan las parejas de alfiles.
En la etapa media y final de la partida los alfiles pueden considerarse buenos o
malos, para que sea considerado un alfil bueno se deben colocar los peones en casillas del
color contrario del alfil, para que de esta forma el alfil pueda mantener su movilidad. Por lo
contrario, cuando los peones están situados en el mismo color que el alfil estos le quitan
movilidad y se considera alfil malo, un alfil malo puede ser ventajoso y útil, ya que estos
pueden proteger a los peones bien posicionados.
Los alfiles y los caballos tienden a tener el mismo valor, esto depende en cual
fase se encuentre el partido, en la fase media los caballos tienden a tener un valor un poco mayor
a los
alfiles,
pero en la etapa final, si se conservan el par de alfiles, estos podrían tener un valor
relativamente mayor al de los
caballos,
sobre todo cuando quedan pocas piezas y los alfiles pueden moverse libremente y puedan moverse de
una esquina a otra libremente, mientras que el caballo necesita más movimientos para alcanzar la
distancia que puede recorrer un alfil en un solo movimiento. Los
ajedrecistas
novatos tienden a subestimar al alfil en comparación con los caballos, ya que estos no sufren la
desventaja del color.
En la fase de
apertura
y fase media de un partido el caballo tiende a ser una pieza más activa que el alfil, ya que el
caballo puede entrar en acción rápidamente debido a la característica de su movimiento que le
permite saltar piezas permitiéndole iniciar la captura de
piezas
rivales, mientras que el fin puede tener restringidos su acción por los peones que lo rodean. |